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martes, 11 de junio de 2013

Adicto

     
     Soy adicto al Papa Benedicto.....
     Que va, es broma. Estaba pensando el título de la entrada y me ha venido esta... chorrada a la cabeza.
  
     Esta entrada de hoy va sobre la adicción que, creo, tengo a los SOUVENIRS. Es una obsesión, es algo que me atrae sin saber muy bien por qué. 
     Todos los recuerdos que se suelen ofertar en estas tiendas son de escaso nivel de: diseño, originalidad y por supuesto de bajísima calidad. No obstante, cuando veo una souvenir shop, me lanzo hacia allí de manera magnética. Es una atracción casi relativa; y cuando apenas he conocido todavía la ciudad o lugar a visitar, yo, ya he escogido o elegido mi souvenir, ese que me va a acompañar el resto del viaje, ese que cuidaré y mimaré antes de introducirlo con delicadeza en la maleta de vuelta, ese pequeño trozo de tela, de metal pobre o de resina barata que tendrá la función específica de evocar mis recuerdos de aquella corta fracción de vida. 
     No es fácil la elección, antes habré de consultarlo, estudiar el cómo y el por qué, meditar su ubicación futura y sopesar si "es necesario", ya ves, creer que un recuerdo puede ser necesario. 
     No sé si son los colores o las formas, tal vez sea el que representan de manera diminuta lo más emblemático del lugar del que proceden. No sé, pero como digo es una obsesión. Hasta tal punto que si dicho artilugio no ha sido estrenado allí,y la mayoría no lo hacen, decido minuciosamente cuándo va a ser el día del estreno. 
     Si es una camiseta, un polo, un forro  polar o un pañuelo, elijo previamente el conjunto que lo va a acompañar. Estudio con todo tipo de detalles con qué ropa y a qué temperatura lo voy a lavar para que no pierda nada de color, textura ni forma. 
     Si es un objeto de decoración lo coloco de forma mística y casi filosófica en casa, con la única intención de que cuando lo vea me transporte mentalmente allí de nuevo, que evoque de manera gráfica "ése" exclusivo momento y no otro.
      Creo que lo que intento es que mi casa sea un centro de sensaciones, un espacio que estimule el marchito... punto aventurero y cree un circuito de impulso a mi ajado ánimo, y me haga ver que el próximo souvenir está al caer, que pronto habrá que montar otra cacería para el siguiente trofeo. 
     Son una mezcla de etnias culturales dispares, una amalgama de colores continentales, un crisol de impresiones difíciles de explicar. Son: Mis diminutos tesoros que espolean mi adrenalina y la pone a punto de ebullición. 

     Cuando entro en una de esas tiendas, me siento nervioso; como cuando vas a un Strip Show, no sabes dónde mirar, qué coger; te sientes observado.
     Pero cuando ves lo que tú no sabías que buscabas, sientes un flechazo, y dices: "¡eso!, eso el lo que quiero". Ese es mi souvenir de este viaje.
   


                            "Ésto es un poco exagerado, pero casi casi"

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