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martes, 29 de noviembre de 2011

El Espejo

     Vidrio esmaltado. Cristal opaco. Lámina acusadora. Reflejo delator. Diario de recuerdos. Maquina del tiempo. Enciclopedia del pasado. Ventana de la memoria. 
     Le observas y te contemplas, ¿qué ves?. Reminiscencias de antaño, rasgos olvidados, señales que creías desaparecidas, vestigios de infancia, estigmas ocultos, señales de vida acumulada, llagas de esfuerzo, de soportar más carga en la mochila.
     Flequillo al ras; ahora empinado, orejas tímidas tras cortina de mechón; ahora al aire con descaro, cejas de horizonte claro; ahora tupidas, grises y a intervalos, dientes de marfil candoroso; ahora quebrados y apagados, nariz maternal, noble y pueril; ahora grosera, paterna y barrunta. Manos indecisas, que no saben que coger, que por eso se cogen a si mismas, se calientan, se protegen, se esconden; apocadas, cohibidas, puños raídos, desgastados del roce, terciopelo oscuro y cuello cisne. 
     Encerado de profundidad de campo. Pelícano, libro y paraguas de atrezzo; una "a" perfecta, y una "e" sin acabar,  cuenta atrás del 1 al 3. Olor a goma, a perfume docente, a tiza húmeda y a plumier de lapiceros irisados. Toalla sobre mármol, bisagra y desconchón de cal en gran angular. 
     
     El mismo objetivo, la misma pose. Treintaymuchos años de diferencia perdidos en el tiempo, pero ubicados en el espacio. El mismo alma, idéntico espíritu. Más sabiduría, menos inocencia. Menos fantasía, más materialidad. Menos decoro, más temor. 
     La misma mirada.... los mismos ojos.

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