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miércoles, 24 de agosto de 2011

Nuestros derechos

     Pedir que se respeten nuestros derechos, pero nosotros no hacerlo, es algo normal últimamente y un tópico. Se nos llena la boca con la palabra en cuestión, mola decirlo, nos llena de orgullo y democracia.
     ¡¡Tengo mis derechos¡¡, ¿qué? mola eh, pues es lo que piensan la mayoría de, sobre todo, jóvenes.
     Viene a colación esto, por los altercados del otro día entre manifestantes y policía, y el follón que se ha montado por la, presuntamente, agresión injustificada, a la pácifica Katerina, una indefensa menor de tan solo 16 años, cuyo único error fue, según ella, ir paseando por la calle.
     El vídeo se ha paseado por todos los canales de TV y los medios de Internet, así como por todas las redes sociales (nada, que no me acostumbro a la palabreja).
     Hay dos vídeos del mismo hecho, dos versiones de la misma historia, dos realidades distintas, como distintas son las dos Españas que la comentan, que dan su opinión en base a los dos afluentes de información desde donde llegan las noticias.
     En uno se ve, y se oye, como los antidisturbios se acercan a la pobre Katerina, que aparentemente no ha hecho absolutamente nada, y sin mediar palabra le dan una ostia y seguidamente unos porrazos.
     ¡Dios santo!, que terror, no se puede ni pasear por las calles, piensa uno. Las imágenes además de dejar claro la agresión, la locutora comenta la secuencia tapando con su voz algo relevante, y callandose cuando uno de los policías, al parecer el jefe, dice, -"No, a estos no, a los peregrinos ni tocarlos", ésto lo dice cuando pasan al lado de uno de los grupos de peregrinos que invadian la ciudad en esos momentos, y por los cuales, se habían montado esas manifestaciones. Con esa maniobra por parte de la periodista, es decir, hablar y callar con premeditación, lo que se pretende son dos cosas: Una, que se ódie aún más si cabe a la policía; y dos, que se rechaze por completo a los peregrinos.

     En el segundo video, se ve exactamente lo mismo, ¿entonces?, la diferencia es que dura unos segundos más y nadie habla encima de la grabación. En éste se ve y se OYE, cómo la, ahora no tan inofensiva Katerina, increpa, e insulta de manera clara, desagradable, desafiante y chulesca a los policías que pasaban por ahí, simplemente para mantener el orden de las calles, puesto que, como lo dejan claro los dos vídeos, están juntos los dos grupos: Laicos y peregrinos.
     La policía va por la calle, acera izquierda; mientras por la derecha y valiendose de la cantidad de gente que pasaba por ahí, e intentandose esconder y ocultar su identidad; la menor e inocente  Katerina se dirige a ellos: ¡¡Violentos, que sois unos violentos!!, (pausa), ¡cabrones! no me callo porque tengo mis derechos"
    
     Ahí lo teneis, exige sus derechos, pero desatiende el de los demás, en este caso, el de la policía, y por supuesto desconoce totalmente sus obligaciones; el de respeto a la autoridad, el no manifestarse ilegalmente y mostrarse despectiva y desafiante ante las autoridades.
     Nos vale esto, para atacar otra vez a los policías, nos es válida la confesión de la menor para, una vez más, poner en tela de juicio a los policías y dejar de lado la verdadera razón de la agresión.
     ¿No tiene la policía derechos?, ¿no se le debe respeto?, ¿no hay que acatar las normas que nos imponen, amparadas por la constitución?, ¿debemos convertir las calles en un campo de batalla, e insultar, agredir y menospreciar a los policías de manera impune?, ¿es esa la seguridad que queremos?; que podamos, cuando queramos y venga en gana, insultar y casi agredir a los que están para protegernos. Qué pensamos que tendrían que haber hecho, cómo deberían haber actuado; dejándola marchar sin decir absolutamente nada, dejándose insultar, dejándose humillar delante de gente que también pasaba por allí y nada tenían que ver con unos y con otros, y esperan de la policía seguridad, una seguridad que como se ve en las imágenes, no se da debido a la actitud chulesca, pedante y desafiante que tiene la querida Katerina. Si esto hubiese sido así, es decir, la policía pasa y deja a la joven seguir profiriendo esa cantidad de insultos verbales, cuál sería el siguiente paso, puesto que con la agresión verbal nada conseguían, tal vez la agresión física, y otro día que se volvieran a encontrar policías y manifestantes, cuál sería su actitud, sabiendo que la vez anterior bajaron las manos; sencillo, se los comerían literalmente a sabiendas de que nada iban a hacer y por nada se iban a molestar. Y Madrid se convertiría en una de esas capitales tercermundistas donde la policía es sometida constantemente por la población.
     No estoy diciendo que la poli vaya sacudiendo ostias a diestro y siniestro, pero lo que no se puede permitir es desoír las ordenanzas, no cumplir con la ley y encima sentirnos ofendidos e increpar e insultar  a los que intentan que ésta prevalezca.
     No quiero la violencia de la poli fascista, franquista; pero con lo que sí estoy de acuerdo es con la ostia que se llevo Katerina, esta, totalmente justificada, una ostia que ejecuta el policía, pero que sin duda está reflejada en la ostia que se merece la sociedad, ésta que no quiere nada más que derechos y cero obligaciones, cero deberes.
     Una ostia que en su día le tuvieron que dar sus padres, y que por clemencia, la sociedad tiene que pagar ahora, y en este caso el policía que sólo cumplía con su deber.  

     No santifiquemos a más Katerinas, que lo único que hacen  con su actitud es, sin saberlo, debilitar aún más el estado de derecho.

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