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lunes, 2 de mayo de 2011

...Ya es tarde, qué más da.

     Era una chica rubia. La edad sería aproximada a la mía. Al fin y al cabo los dos íbamos a lo mismo. Para mí era la tercera vez, ella era más experimentada; suponía, según dijo, su octava oportunidad.
     Media hora después de bajarnos del coche temblando como adolescentes y tras contarnos nuestra visión de la reciente prueba, se acercó a nosotros el profesor. Llevaba el rostro serio, él era así, eso no implicaba que la noticia fuera mala, pero la vivencia de las otras veces nos decía lo contrario. No dijo nada, se limitó a darnos unos papeles que por lo visto eran nuestros. -¡¿que?¡. No nos dice nada. ¿Hemos aprobado o no?.
-Si, sí, claro. Pensé que ya lo sabríais.
     Se volvió a la chica. Ahora lloraba de emoción. Pero en su rostro no había signos de gran alegría. -¿Estas contenta, o no, eh?-

     Unos micrófonos se acercan a un viandante en la parada del bus frente a Atocha. La reportera espera hacer una original y exclusiva pregunta, está algo desbordada por la noticia que sabe, la primicia que guarda, la novedad que esta apunto de soltarle al peatón. -Hola buenos días; ¿qué opina usted sobre la captura y muerte de Bin Laden?
     La respuesta de la señora, es una mujer la elegida por la reportera, sorprende a la informadora y a los televidentes que en esos momentos siguen su reportaje por tv desde sus casas. -¡Ah!, no lo sabía, pero bueno que más da, ya es demasiado tarde, ¿no?.

     Efectivamente, ya es tarde para alegrías, para festejos, para alardes, para felicitarnos, para celebraciones. ¿No es demasiado tiempo para creer que es un logro positivo?. Es una gran noticia, sin duda, pero devaluada por el paso del tiempo.
     Hace 10 años fue el comienzo de la búsqueda más costosa de la historia de la humanidad, cara en costes económicos, materiales, logísticos y de vidas humanas; militares de uno y otro bando y victimas civiles, gente inocente.
     Osama se llevó por delante a más de 3000 personas entre versos del corán y oraciones a Alá. El mundo de Occidente, Europa y EE.UU., han multiplicado por cien las víctimas en su búsqueda. El debate está abierto. Quién es más sanguinario, el que mata injustamente, o el que lo hace justamente,justificadamente, y en esa ardua y difícil faceta arrastra en su objetivo a cientos de miles de vidas. Está justificado el efecto por según que causas, apoyamos todos los medios para conseguir un fin. Merece la pena esperar 10 años y estar durante todo ese tiempo en guerra mundial continua, entrando en unas, saliendo de otras, para después volver a reforzar la anterior. Llenar de muertos las Tvs, los periódicos y demás medios informativos, para ir justificando esa inexorable búsqueda hacia un solo hombre. 10 años de mentiras, de invasiones, de ocupación ilegal, de bidones de petróleo, de titadine, de destrucción masiva, de análisis e índices, de manifestaciones, de gritos y de lágrimas. 10 años de miedo y temor porque volviese a ocurrir; y ocurrió dos veces más por lo menos, y bajo esa nueva amenaza otra nueva invasión, otra tanda de misiles, otra subida del crudo, como la realidad.

     Lo normal es aprobar a la primera, a la segunda; a la tercera como mucho. Luego el resto ya no es ilusión. Es pura estadística, mera probabilidad. Simple espera. La chica le contestó. -Pues no. No estoy nada contenta. Es más, me siento frustrada, decepcionada conmigo misma. ¡aprobar a la octava!, puff, menuda ilusión.

     La no ilusión. La decepción. Es lo mismo. Tanto en un caso como en otro la estadística se apodera del deseo, de la confianza, de la fe. Por eso años más tarde en la parada frente a Atocha, la Sra. que dejó atónitos con su respuesta,se gira a la que se marcha, mira asombrada a la periodista por la cara con la que la joven reportera se ha quedado, y en un golpe de espontaneidad reitera -Sí, sí, qué más da. 

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