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viernes, 20 de mayo de 2011

Calles

     ....van recorriendo las calles.....invadiendo nuestras casas....y contaminando el aireeeeee.... [click].(Stop).
  
     Perdón, estaba escuchando música. Ya ves, me he dejado llevar. En fin, soy así. Unas veces leo, otras escribo; y en ocasiones... veo muertos, osea, escucho música antigua. Como lo es este pequeño trazo de una canción que seguro la mayoría conoce.
     Es un grupo urbano, muy de barrio, callejero. Y de ahí mi salto al blog para patear las calles. Grises.

      ¡¡¡Calles de todos los tamaños!!!. Calles de todos los colores, calles de todos los modelos, calles a grito pelaó, calles peatonales, calles de avenidas, calles que se cuelan; callejuelas, calles cortadas, calles sin importancia, calles de cojones; callejones, calles sin salidas, calles señoriales, calles marginales, calles de pueblo, calles con árboles, calles rurales, calles de ciudad,
     ¡¡¡Que te calles!!! coooño.

     Las calles te lo dicen todo. Todo te lo cuentan, de todas ellas aprendes, todas enseñan. La lección de la calle, la calle habla, la escuela de la calle, la vida de la calle, la experiencia que da la calle, la vivencia de la calle, la pobreza de los de la calle, la basura de la calle, el ruido de la calle, la contaminación de la calle. La puta calle.
     ¡¡¡calle!!!, que estoy hablando. 

     Ese tramo de río alquitranado, adoquinado en su ribera. Esa lengua de asfalto que penetra por cada manzana, bloque o finca, para atravesar sin complejo la ciudad. Es la biblia de la misma, la enciclopedia de la población. Es ella la que te ilustra y te muestra todo el significado, todo el por qué de la capital que pisas. Ella, que se engalana con sus tiendas, sus bares, sus comercios, sus servicios. Se enorgullece de sus adosados organismos oficiales, sus fincas protegidas, sus balcones centenarios, sus portales y locales abarrotados, sus parásitos peatones que sacan de ella todo lo que pueden. Porque es ella la que te cuenta y destapa toda la vida de los mismos, toda su historia; en ella ves como viven, como son, como se comportan. Te ofrece su cultura, sus gustos, sus costumbres, hábitos y formas. Paseando por alguna de ellas, simplemente con mirar su nombre, ya te dice más de lo que un mal libro te puede indicar. A quién esta dedicada y por qué, de qué época y por lo tanto a qué periodo histórico pertenece, qué documento te puede descubrir.
     Puedes permanecer en ella desde que amanece hasta que desaparece el sol por algún alto edificio que dibuja su horizonte, y en ese largo pero escaso instante de tiempo, puedes apreciar todo lo expuesto antes. No hace falta que entres a un museo, una gallery, una iglesia, palacio, recinto o inmueble municipal. No es imprescindible, aunque si recomendable, para saber más de la metrópoli; pasear por algún parque, jardín, plaza y demás espacios abiertos, pulmones del núcleo.
     Esto es la calle de la gran ciudad. Paginas de historia viva, recuerdos suculares, marcos de teatro donde sus protagonistas interpretan su mejor función para que tú, que estas de paso, veas, sepas y entiendas el por qué de su diferencia contigo. Su olor peculiar, su color singular, su único e inconfundible sonido. Hojas de jerga extraña sobrevuelan las aceras desprendidas de sus árboles humanos, como un otoño perenne de 365 días. Lenguas desconocidas que suenan familiares. Otros idiomas que giran alrededor construyendo en tu interior una torre de Babel llena de opinión, de contrastes, de significado. 
      Y luego descubres por qué estas allí.

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